Porque hacerle apología al rock, mientras descontrolás tu difícil perspectiva del mundo, acomodás tus medias a rayas y me mirás espaciadamente de reojo, es gesto suficiente para que saltes a abrirte espacio entre las oraciones que pueda llegar a masticar. O a masticarte. Porque si fuera un poco más dulce, desentonaría/mos de mi vida.
No hay medios que te legitimen, ni espacios de los cuales ser dueña. Y por alguna extraña razón, tus palabras entrecortadas que se hacen esperar, terminan siendo insistencia en un cumplido postergado, o puente entre dos noches que no quieren fundirse, pero hacen que salgamos juntos.
Somos amantes del silencio, aunque nos envuelvan distintas lunas.
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