viernes, 30 de mayo de 2008

De los rebeldes quedan pocos

Hay gente que además de ser un infierno de conocimientos desarrollados, despliega toda su trayectoria con la frase que marcó a una generación: "Venimos a hacer quilombo".
A muchos se los comió la dictadura. Otros se fueron y volvieron.

Hoy murió Fernando Ulloa.
Es difícil clasificarlo, porque sospecho que nunca le cayeron bien las etiquetas. Pero cuando habló de Salud Mental, hizo mucho más de lo que varios hubiesen arriesgado.
Es una muerte muy triste. Es una pérdida muy grande. Sobretodo porque la ausencia de transgresión es preocupante, y vuelven a atacar los dogmas, y no sabemos qué generación tomará las riendas.
Ante eso, propongo que simplemente hagamos quilombo. Él estaría orgulloso.




"En términos de identidad uno podría decir: alguien es, en ese periodo, en ese pasaje, lo que sus identificaciones le hicieron. Si tiene suerte y se libera de esas identificaciones se abren los amores teóricos, así se abre la teoría, se abre el universo bibliográfico, el universo intelectivo, las propias teorías también se van esbozando, precisamente lo que yo llamo el período de los amores teóricos y en términos de identidad uno es lo que hace. Podría ser más o menos definido así. Después hay un momento que llamo el período del desierto donde uno se pregunta ¿toda la vida voy a hacer esto?"

miércoles, 28 de mayo de 2008

Réquiem para el día

Un día, con una escritora excelente, iniciamos el experimento de una composición dual, que intente expresar de forma independiente, lo que dos personas sentían.
Con su autorización, lo comparto al mundo. Y le doy las gracias eternas por colaborar en algo tan hermoso.



Réquiem para el día (Escrito a dúo entre Carolina y Juampi)


Ella estaba ahí.
Quizá las luces ahogaban demasiado, o la melange de sonidos era la cortina perfecta para desarmar los sentidos.
Noche gestada en un cadáver exquisito, donde sólo el comienzo parece irrefutable. El tiempo se encarga, con esa malicia deliciosa que lo define, de darle circularidad a las escenas. Sin paz, sin miedos, sin ataduras.
Pero ella estaba ahí, estoy seguro.
Él creía hallarse en el mismo lugar. Tiempo y espacio jugaban a las escondidas en un éxtasis de elegía brillante.
Los colores variaban de tenues a oscuros. Los hechos, de verdades a mentiras.
Podría pasarse su eternidad ahí, contemplando el blanco paisaje que se extendía a sus pies. Contemplando la metamorfosis de su alma, sin si quiera comprender lo que allí acontecía.
No hay siluetas, sino formas. El espectáculo lumínico es más que un juego, estalla en los rincones, refleja miradas silenciadas, devuelve invitaciones, o simplemente funciona como puentes entre pensamientos y ardores a dúo.
Es fácil descubrir cuáles pieles consuenan encontrando sus pares, lo imposible es mantener la quietud suficiente para dibujar un plano, una base apenas sólida para sostener el camino. Y encarar, sino cómo saber si es cierta la corporeidad que te entrama?
Dos sombras proyectándose sobre la unanimidad de los sentidos buscan un complemento. Una armonía conjeturada en pareja no deja ni un solo vestigio de las líneas monótonas que lo encierran todo en un marco forjado por la avidez de la noche.
Parados debajo de mil ojos observándonos, nos amoldamos a las inclemencias del tiempo que rige los acontecimientos, los sentidos y las mismas esencias de nuestros seres, convirtiéndonos en las musas de su sinfonía.
De pronto quiebre. Las melodías se anestesian. Quizá por eso la veo tan nítida. Atravieso el mar de miradas hasta lograr contacto y me dejo llevar por la marea. La noche se convierte en cascada, mientras los fantasmas de sus ojos sobre mis ojos dibujan sombras a los otros ajenos. El contraste es un respiro, un equilibrio fraccionado que deja los sueños encubiertos.
Su voz se adelanta a mis silencios, y aunque no logre ser lluvia, se me escurre por los poros. El ruido sabe mantener las distancias, pero el contacto es más retorcido que el tiempo; y gana, con salvedades aparentes, el primer pliegue del destino.
Tal como si las paredes de los pasillos llenos de miradas con intenciones ocultas, se derrumbaran. Aquello que supuse eterno, fue sólo un instante en la búsqueda de vistazos furtivos. La claridad estridente nubla los pensamientos, y suelta las riendas de la situación a las apariencias. Todo aquello que hace cuestión de segundos separaba nuestros cuerpos, nuestras almas, nuestros mundos; era ahora la nimiedad de los sentidos. Era la verdad, esculpida a la perfección, en el letargo de pupilas entrelazadas y perdidas en la continuidad de la noche.
Es esta opresión lo que queríamos, o lo que necesitábamos?
Las sombras que alejaban todo de la realidad se disiparon con el amanecer, esa noche más fuerte que nunca. Por primera vez creí verlo todo blanco. Su silueta ya no estaba desdibujada por trazos arbitrarios sobre un plano de incertidumbre librado al azar. Ahora las formas eran claras, y el escape que presentaba el tiempo había quedado atrapado en la fantasía inducida por la lobreguez ilusoria del crepúsculo lunar.
Ya no podía soportarlo. La hegemonía falaz y torturante debía quebrase en espacios arbóreos. Dejando el último sinsentido de lado los gemidos preponderan alas, y el silencio se hace otoño de una vez por todas.
Renacen los ropajes del alba, y el mundo, deja de ser mundo otra vez.



(Gracias de nuevo, Carolain)

Fragmentos I

Porque hacerle apología al rock, mientras descontrolás tu difícil perspectiva del mundo, acomodás tus medias a rayas y me mirás espaciadamente de reojo, es gesto suficiente para que saltes a abrirte espacio entre las oraciones que pueda llegar a masticar. O a masticarte. Porque si fuera un poco más dulce, desentonaría/mos de mi vida.
No hay medios que te legitimen, ni espacios de los cuales ser dueña. Y por alguna extraña razón, tus palabras entrecortadas que se hacen esperar, terminan siendo insistencia en un cumplido postergado, o puente entre dos noches que no quieren fundirse, pero hacen que salgamos juntos.
Somos amantes del silencio, aunque nos envuelvan distintas lunas.

jueves, 22 de mayo de 2008

La "ñ" todavía no estaba inventada

Entonces llovía mucho (por todas las veces que nos prometimos lluvia ), y murmuraba todo el tiempo un miedo ingenuo que nos acercaba despacio a una historia repetida. Deberíamos habernos arriesgado la primera vez, y no dejar que nos gane el cansancio, las visitas o las mesas cerca de la cama. Y yo debería haber impedido que te cambies el vestido, que en realidad, no te transparentaba nada, sino que le hacía honor a tus piernas. Y como todavía no existía la “ñ”, me dijiste:

Suenio que suenio que estoy soniando
te dejo soniar
metete al mar.

Y te asombrabas de los colores que me llevaban al sueño, o de las imágenes tan vivas que me acompañaban lejos tuyo. Y los martes duraban un atado compartido, tres temas bailados, una película que no llegaba a la mitad, dos besos por cada silencio y una excusa dibujada. A veces hasta se podían extender para mezclarse con el café con leche de la mañana del miércoles. Pero estábamos tan en la noche anterior, que ni suquiera nos llegábamos a despedir.

Después vino la tristeza y te llevó lejos. Y ya no tuve mensajes tuyos, ni vos abrazos míos, y toda la ciudad se volvió oscura y despiadada, y las calles dejaron de tener nombres, y los colectivos se perdían y me dejaban lejos.

Vos eras pura melodía, y yo nunca te pude hacer una canción.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Destino

Puedo contarte el secreto de cada uno de tus detalles, la vuelta de cada una de tus historias, decirte cuántas veces repetís la misma frase, o lo bien que te pintás los ojos. Puedo dibujar entre líneas tu cara de dormida, tus labios sobre los míos, tus sueños de angustia, tus silencios incómodos, tus pasos hacia atrás, tu tiempo perdido, tus colores perfectos (que no pueden ser otros más que el de la tierra y el bosque), tus cigarrilos apagados, tu falta de ética, tu lunar, tu plaza, y tu vida. O aplastarte con todo mi mundo, y enseñarte a construír los leones que sean necesarios para que te cuiden cuando duermas. Y que no los necesites y se escondan cada vez que duermas conmigo.

martes, 20 de mayo de 2008

Composición. Tema: La angustia

La angustia se siente como una barrera que se quiebra por momentos, dejando caer sobre uno, una marea amarga. Así nos vamos llenando, desde los pies hasta los lagrimales. Y cuando alcanza un nivel suficiente, simplemente lloramos.
Parece un proceso simple y sin mucha vuelta. Una cosita simple de la cual no hay que preocuparse. Pero sabemos, todos los que la padecimos, que llorar no es tan malo. Es más bien, un alivio tramposo. Y en algunos casos, es hasta una recompensa, poder soltar un par de lágrimas aisladas que, aunque se esfuercen, no van ni a humedecernos los labios. Y no es simplemente una metáfora, si pudiésemos saborear la amargura que lloramos, tendríamos alguna pista más para entender la situación.
A veces, cuando siento que estoy a punto de explotar, hago fuerza y empujo, aunque sepa que va a ser uno más de ya no se cuántos intentos fallidos. No sale nada.

La cuestión central, la que se sufre, es el desconcierto. No sabemos por qué nos angustiamos. Creemos firmemente (casi con desesperación), en una de toda la gama de posibilidades que tenemos ahí nomás, mirándonos desde el espejo. Pero en el fondo sabemos que eso es irrelevante. No importa, necesito agarrarme de eso. Pero no es eso. Te repito, no me importa, realmente necesito agarrarme de algo. La culpa la tenés vos. Sí, la culpa la tengo, lo que no tengo en claro es qué fue lo que hice. Ahora que lo pienso, debe ser jodido. Y no te das una idea de cuánto.

A veces creo que estoy develando el misterio. Me entusiasmo, me acelero, y puedo sentir parte de esa alegría enorme que me espera del otro lado. Eso es lo que más duele. Eso y nada más que eso. Porque uno sabe que es impoible, pero ya perdió la capacidad envidiable de creer en uno mismo. Entonces, me encantaría llorar pero no puedo, y más me gustaría saber por qué tengo esas ganas, pero tampoco puedo.

“No puedo” sería la frase de cabecera de toda persona angustiada. Ahora bien, mucho no parece decir. Pero no te das una idea de lo que esconde. El “no puedo”, se hace fácil de decir, porque en realidad, para quien lo dice, explica perfectamente su situación. No puedo llorar, no puedo saber qué me pasa, no puedo entenderme, no puedo buscar, no puedo escuchar, no puedo decir, no puedo dormir con vos, no puedo decirte la verdad, no puedo mentirte, no puedo saltar la pared esa hacia un estado más estable, porque no hay que saltarla, sino encontrar la puerta, y la puerta no aparece por ningún lado. O hay demasiadas que llevan siempre al mismo lugar. Como las de Alicia.
Lo que necesitamos es lo imposible. Necesitamos poder. Y creeme cuando te digo que no puedo.

No poder poder, además de ser completamente coherente, duele mucho.
Y los que no pueden llorar, explotan por otros lados. Algunos escriben, otros pintan, otros lloran, otros hacen mil dibujos cuando desean solamente poder hacer uno que quizá no contenga más de dos o tres líneas, o decir eso para lo que no hay palabras, o gritar. A algunos les ganó la desesperación, entonces se ponen violentos y empiezan a romper todo. Hay quienes desaparecen, o los que se mudan, o los que nunca más van a encontrar un lugar porque eso fue lo que perdieron. Algunos no pueden dormir, otros duermen y se despiertan agitados, otros sueñan todos los días lo mismo.

También hay algunos que piensan que perdieron el control de su vida, cuando en realidad se perdieron ellos, y nada más necesitan a otro que los abrace fuerte para poder encontrarse en el espacio circundado de un amor naciente. Hay otros que se sientan a esperar en silencio, o no pueden estar solos ni un momento.

Y también está el que te rompe la boca de un beso. El mismo que nunca te va a explicar nada. Y sabés por qué?
Porque no puede.

lunes, 19 de mayo de 2008

Insisto

¿Sabés qué es lo jodido? A veces no sé bien si perseguirte hasta cansarte, o hasta que te des vuelta de golpe y tus rulos me acaricien eléctricos, en una sucesión de segundos que pueden llegar a formar la composición más hermosa del mundo, que en definitiva no dura nada y a los pocos días sólo es un detalle más en dos caminos condenados a perseguirse sin entrecruzarse nunca.

Es que a veces, cuando hablás, movés los labios de una manera tan hipnótica, que uno se ve obligado a mirarlos desde abajo (que además es la perspectiva perfecta para mirarte toda), y el mundo parece menos mundo, y los espejos nos devuelven el sentido, y siempre terminamos siendo los mismos, y nunca arriesgamos nada, y nos envuelve un paisaje sincrónico hasta el hartazgo.

Por suerte no pienso nada de eso cuando me atrapan. Me dejo llevar despacio al trance, imaginando todas las formas posibles de acariciar por completo esos gestos de acuarela y mate amargo, hasta quedarme dormido. Aunque después te enoje el saber que por momentos no te escucho, y te canses de repetirme todo lo que debería haber aprendido antes de ir a golpearte la puerta, invadir tu vida, usar tus silencios, y robar tus espacios.

Incierto

Es duro
imaginar un
futuro sin
desganos.
Sin palabras
que comen
a distancia,
sin morder los
restos por el
miedo al
suplicio.

O a las súplicas.

Ecos sin retorno
que amedrentan
cada sentido
del deseo
por un placer
postergado.

Y los días
sin risas,
morocha,
son las cosas
que más
asustan.



Juampi

sábado, 17 de mayo de 2008

(In) Estabilidad

Ine no sabía ya que esperar de la vida. A veces se acostaba traspapelando recuerdos pardos de cielos robados, con la carne transparente de tanta vida gastada. Dormía sueños destejidos, de colores fuertes, de tiempos por venir, de calles angostas, de saltos enormes que no llegan a ningún lado.
Buscaba y buscaba en la marea de gestos divinos, perfectamente dibujados sobre los contornos a base de nubes multiformes, el impacto preciso que solamente una mirada perdida puede sostener. Perseguía, desnudaba, hipersensibilizaba. No daba a basto. Sentía caer con la lluvia, los últimos segundos de una credibilidad abandonada. El agua solía llevarse todo. Todo menos ella.

Claro, era permeable pero hasta ahí nomás.

Cuando los ojos barrían todo, había que tener cuidado. Deconstruía miradas pícaras, y las apilaba en el cenicero redondo. Cenizas mudas de guiños-engaños postergados, cenizas de olvido, de carraspera, de fiebre mal medida, de paranoia post oficina. Y después esperar que el sol itinerante le encuentre las pestañas todavía pintadas de una noche con escenas perdidas.

Perdidas como el tipo ese que se apareció un día, acariciando el descontrol, ciego de los pies a la ternura, que hablaba de más para no decir todo. Muchacho desquiciado que le servía cuentos de Blastein, canciones de Regina, despertares en celo, poemas descuidados y vino en tacitas ajadas. Hombre de porte dudoso, hacedor de castillos de hadas, de cuentos medidos en percentiles, abotonados o corrosivos.

Pero Ine todavía espera, espera despacio, con cuidado, con idas sin vueltas, duerme y espera, o no duerme. Y se desvela, y desaparece, y es una silueta más en un bosque borroneado de incertidumbres y espejos.

¿Qué es Girándulas Enfermas?

Mauricio me preguntó qué quería decir Girándulas Enfermas. Es una buena pregunta, porque me obliga a pensar algo que quizá no tenga respuesta. O por lo menos no en este momento. Habría que esperar un poco para tener las cosas más en claro. Así todo, trataré de ensayar una breve respuesta, y de agradecerle de algún modo el interés y la pregunta disparadora.


Girándulas Enfermas es ante todo un lugar. Lugar que presupone cierto dinamismo. O por lo menos, es lo que pretende ser en un inicio donde todavía nada está claro.
Tomemos la teoría del lenguaje estructural reformada por Lacan, donde se plantea la génesis del significado, o quizá la búsqueda de un sentido. Para eso se hace necesario tener mínimamente dos significantes. Significantes que no valen por sí mismos, es decir, que solos no significan nada.
Hablamos no sólo de un lenguaje escrito o hablado, sino de toda forma de intentar comunicar algo, por más frustrado que pueda llegar a ser el intento.
Tenemos entonces, ganas de expresar. Para eso usamos largas cadenas de significantes atados, que realmente cobran valor retrospectivamente; mientras no cesan de copular, invitando también al caos.
"Girándulas", entonces pone el acento en este devenir de significantes que se mueven y avanzan en la medida que tengan un efecto sobre los anteriores. "Enfermas", por otro lado, porque tampoco sabemos bien qué estamos buscando o a dónde iremos a llegar. Solamente nos ponemos en el rol de hacedores de cadenas, descuidando reglas, formas, recortes, etiquetas. Y por sobretodas las cosas, los requisitos necesarios para legitimar una producción en un género profesionalista.
Girándulas Enfermas quiere prestar significantes sueltos que no dicen nada, y esperar a que quien lea sea el que complete, y se haga dueño del sentido. Que el lector se vea obligado a dejar algo, siempre que se deje afectar, y reaccione de la forma que quiera, otorgándole un sentido a todo.
Podemos hacer la salvedad de que si lo ofrecido viene en forma de composición, algún sentido tiene que tener. Es posible. Pero no todos tienen por qué encontrarlo, y menos encontrar lo mismo.

Quizá, en definitiva, todo quede más claro con la definición algo abstracta que acompaña el título del blog: "Retorcer hasta ligar rasgaduras crónicas, el conjunto de almas necesarias para diversificar todo. Retrotraer índices de luces pasadas hasta agotar el cuerpo."

jueves, 1 de mayo de 2008

Inicios

Caer desde el
sueño de tus ojos.
Descreer.
Arrimar.
Beber entero el
milagro eterno
de un nuevo lagrimal
de un deseo renovado,
de un cielo
colmado de otros cielos.
De vidas
apagadas,
de tiempos verbales.

Acercarme despacio
aunque cueste
cada uno de los ecos,
que ya no unen,
sino que bifurcan,
despliegan
y sustraen
cada paso de
tus ruegos.