-¿No era que éramos anarquistas?
Y el humo envolvía cada vez más la noche. Y todas las voces se fundían en una génesis cada vez más abstracta sobre una explicación posible para el mundo. Las copas se quiebran. Las generaciones se cruzan una y otra vez. Insisten, crecen, generan, cambian. Todas las tonalidades son aceptadas, dos dirígen, los otros impulsan. Choque innegable entre fuego cruzado. Dos son las voces que importan. Las dos que hacen puente cuando las miradas se esquivan. Sin embargo, sostienen el caos que desatarán luego. La pérdida gradual del único sentido se abre camino entre los pasos mal dados y alcanza la brecha inmensa que tapona el pasar del tiempo. ¿No era que éramos anarquistas? Pero el exceso necesario para combatir la presencia eterna del recuerdo, comienza a hacer síntoma en los diálogos más dulces.
-No se que fuimos, en realidad, ya no se bien qué es lo que somos.
El exceso ahí donde falta un brazo.
-Nos robaron la ilusión, ni la puta ilusión nos dejaron. Se llevaron a todos los que hacían que creas en los mundos imposibles. La ilusión, ¿Entendés? ¿Y no era que éramos anarquistas?
Los ojos se empapan. La violencia que empuja hace saltar las primeras lágrimas. Violencia obturada por la amargura, por sentir las manos cortadas, por dos hielos más en el vaso, por un último tema que la voz aplastada no nos deja decir. Alguien golpea la mesa.
- Por ahí ustedes sean los encargados de devolvérsela al mundo, ustedes que no tienen miedo. Ustedes, los que no se acuestan intentando el olvido... pero si los querés tanto, carajo. Porque fueron los mejores. Perdimos. No sé si somos anarquistas. No se, ¿Qué somos?
sábado, 30 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
Morder
Insisto en que se acerque. Se hace ovillo en la infinitud de la piel. Es párpado envolvente, es toda mirada, acecho desnaturalizador, expectativa. El silencio de supresión de voces se hace estéril, casi como en acuerdo tácito que solo hace mirada. Mirada pura. Dos ojos bocas. Mirada dirigida irrefrenable, analizadora, analizante, más mirada que voz. Acercate. No pienses más y acercate, no hay más que tranquilidad y calma y todo se teje como la red más dulce y envolverse es la mejor opción de todas porque hay ojos y nada más que ojos y no son ojos boca, es silencio contenedor y tentativo, y la piel abriga. El hueco en la cama apareció recién cuando miraste y te juro que antes no estaba y eso que estás tan cansada que los ojos boca, no, los sin boca te esperan retornando, haciendo ecos enormes como faros y si los ojos son tan inocentes no te escapes que es un paso más y ya casi puedo inundarme de tus colores perfumados y tu piel brillante. El primer pie se sumerge en punta tanteando la temperatura del agua que es una fina y suave telaraña que se resquebraja a propósito para que vuelvas a creer en la fragilidad y antes de empapar el segundo pidas disculpas y extiendas tus manos para disculparte con el cuerpo y envolverlo todo.
Y ahí se materializa el lago entramado y las redes te cubren por completo. Los ojos-boca se cierran y ahora el silencio es necesario, salvo por los jadeos de la sonrisa que todavía te escurre, delicada, carmín, transparente, y te escurrís en cámara lenta para ser lago y yo, sumergido, vuelvo a insistir.
Y ahí se materializa el lago entramado y las redes te cubren por completo. Los ojos-boca se cierran y ahora el silencio es necesario, salvo por los jadeos de la sonrisa que todavía te escurre, delicada, carmín, transparente, y te escurrís en cámara lenta para ser lago y yo, sumergido, vuelvo a insistir.
martes, 5 de mayo de 2009
Marea
Lo más obsceno que podría decirle, sería que no es necesario escuchar su voz. La marea inestable de vientos jodidos que sostienen esa mirada, pueden hacer estragos en los jardines más dulces. Son gestos intermedios entre las sutilezas de un nombre, olvidados acaso por la aparente falta de piedad del destino. Mutilados. Duplicados de manera nefasta en todos los ecos colectivos que la habitan. Sabe de caminos e historias. Son los restos de quienes murieron intentando cruzar el abismo entre párpado y párpado. Son las voces que describen con insistencia el pasaje imposible hacia un cielo robado. Y uno no hace más que delinear los bordes, hundirse y ser parte en un instante de su vida de sueños. De mares oscuros con secretos y palabras. De vidas pasadas. De azules vivos.
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