Supra
Lo que golpea fuerte desde el pecho tiene la realidad de un vientre. Los restos de hojas húmedas babean un roce donde no fraguamos.
Por fin amamanta la noche.
Aunque todo laberinto sea digno y nuestros mártires estén a la altura de las circunstancias, elegimos quedarnos en los bordes. Una y otra vez. Caídos. Debajo de los restos de un escenario. Atrás de las cortinas agujereadas en el final de una fiesta. Mullidos entre lo que nadie quiso comer. Arrastrando entre soplidos los amaneceres en la periferia. Mal dormidos. Con el humo pegado en los párpados. Truncos. Erráticos. Indelebles.
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