Lo conocí cuando me regalaron los nueve cuentos, hecho que impactó terriblemente en todos los momentos que siguieron al sentarme a escribir.
Y falleció Salinger, y lo dijeron en todas las noticias a toda esa gente que nunca él quiso conocer.
jueves, 28 de enero de 2010
lunes, 18 de enero de 2010
La pregnancia de los bordes
La soledad es un espacio frío, una suma de antinomias descartadas. Ecos de los caracteres del viento, vientres salados de espuma violácea. Panacea de un encuentro, savia de tu iris ámbar marino, nácar errante de tu frente liz. Ambos pasos a metros del olvido. Azucar derramada del cristal en flor.
Subo enredado al cántaro.
Dos marcos de piedra nutren los caminos en tu espalda.
A veces el tiempo son demasiadas escaleras caracol. Tu frente liz aún derrama vientres y flores. La suma de tus ecos son espuma en los espacios fríos. Los olvidos en tus pasos son savia, antinomia y soledades.
Cubro los marcos, seco los bordes, beso la espuma.
Dejo en cada silencio el eterno retorno empapado de tus labios: todavía cuentan, desgranados, cada uno de los siglos que auguraron nuevos rumbos.
Subo enredado al cántaro.
Dos marcos de piedra nutren los caminos en tu espalda.
A veces el tiempo son demasiadas escaleras caracol. Tu frente liz aún derrama vientres y flores. La suma de tus ecos son espuma en los espacios fríos. Los olvidos en tus pasos son savia, antinomia y soledades.
Cubro los marcos, seco los bordes, beso la espuma.
Dejo en cada silencio el eterno retorno empapado de tus labios: todavía cuentan, desgranados, cada uno de los siglos que auguraron nuevos rumbos.
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